0 com

XXVI Dom T.O. A - Prostitutas y cobradores de impuestos


Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 
Mt 21:31


En toda parroquia, movimiento y comunidad cristiana, existe una comitiva que se ha auto-designado la tarea de vigilar por la pureza, el orden y el respeto.  Son los dueños de las llaves.  Sólo ellos saben abrir y cerrar.  Son los primeros en llegar y los últimos en retirarse. Rezan de pie delante del altar, dando gloria a Dios con las manos levantadas.  Tienen su puesto fijo en la primera fila.  Muchos son ministros, catequistas y cantores.  Se ofrecen para todo y pasan todo el día en la iglesia.  Asumen toda responsabilidad.  Son imprescindibles para los quehaceres parroquiales, o al menos, dan esa impresión. Dicen que nadie más que puede.

Cualquiera diría que son los más santos, los pilares, los más devotos.  Se obsesionan con la puntualidad, la limpieza y el ayuno.  Se afligen por el procedimiento e insisten que todos vengan bien vestidos y con los zapatos bien lustrados.  Nada de tatuajes, aros y camisas apretadas.

Estos devotos tienen muchas cosas para consultar al padrecito.  Lo protegen de los cristianos comunes y corrientes.  Todas sus devociones son obligatorias, además, y sus obras de caridad son ostentosas.  En el mundo, las autoridades se cambian cada cierto tiempo, pero estos personajes ocupan cargos vitalicios.  Suelen mirar en menos a los nuevos, como si fueran trabajadores de última hora queriendo cobrar el mismo sueldo.  A esta comitiva, no le gusta que haya muchos jóvenes porque hablan fuerte, huelen a deporte y tienen malos pensamientos. 

Los santos y piadosos no quieren abrir un centro para alcohólicos y drogadictos en su parroquia.  Esa gente daría mala fama a la casa de Dios. Eso dicen.  Si tiene que haber un comedor para las personas en situación de calle, que sea en otro barrio, lejos del sagrario.  Que no se acerquen los pecadores a la Inmaculada, además,porque nada que ver.

Los inmigrantes hacen sus oraciones en otro idioma.  Por eso, tienen que rezar en otro lugar.  Así,dicen.  Tienen que arrepentirse de haber venido a este país sin permiso de las autoridades y deben volver a su lugar de origen lo antes posible.  A su Dios, no le gusta (según su parecer)cuando rezan danzando al son de tambores, vestidos de plumas y colores.  Esa gente, dicen, debería aprenderse los mandamientos, ponerse de rodillas y confesar.

La religión de la beata comitiva es de pecados y penitencias.  Los fuegos del infierno le dan sentido a la cosa.  Su Jesús está indignado por los errores del pueblo, y su Virgencita sólo aguanta a los perfectos.  Saben ayudar a los pobres, pero sólo a distancia, y sólo si se lo merecen, cosa que sólo ellos suelen saber.  La solidaridad es desagradable para ellos,pero sirve para acortar su eventual sentencia en el purgatorio.  La comitiva administradora de la gracia suele angustiarse sobre los castigos eternos.  Quisiera abrazarles, y decir que Dios, en verdad, les ama.

No pocas veces, los beatos autoritarios formulan los clichés sobre el cristianismo para el consumo público.  Los medios de comunicación suelen consultar a ellos sobre lo que enseña la Iglesia.  Por eso,el no creyente piensa que el catolicismo es mezquino, frío y tramposo; y no quiere nada con eso.  Si el Dios de los cristianos es malgenio, manipulativo y autoritario; si hay que aplacarle su ira con ritos irracionales;la humanidad en verdad puede prescindir de él.

El Reino que Jesús proclamó en nada se parece a la religión de la piadosa comitiva.  El Mesías salía con sus discípulos para buscar a los de lejos, para sanar a los heridos y crear un lugar para los perdidos.  El Reino de Dios es eso: amor sin condiciones, compasión sin límites y misericordia sin fin.  Jesús no propuso asistencialismo para los desastrados.  El Reino es la comunidad de los desastrados.  Por eso, Jesús se sentía más en casa con las prostitutas y los cobradores de impuestos que con los sacerdotes, ancianos y maestros de la ley. 

Espero no haber escandalizado a nadie. Mi intención no ha sido ofender. Por otro lado,espero haber incomodado a todos.  Estamos a tiempo para enmendar.  La compasión de Jesús se extiende incluso a la comitiva despreciadora que tiene a su Iglesia secuestrada.  Dios entiende su ansiedad.  Muchos están simplemente cumpliendo lo que otros ancianos y maestros de la ley les enseñaron a ellos.  Estamos a tiempo para descubrir los auténticos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Contemplemos el evangelio, para conocer a Cristo humilde, sencillo y compasivo; amigo de pecadores, prostitutas y cobradores de impuestos.  Cuando adoptemos esa compasión como la nuestra,la Iglesia se verá transformada.  Vamos aanunciar el Reino de Dios, por fin, en verdad. 

Nathan Stone, sj

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *